Crítica Walk up (2022)- dirigida por: Hong Sang-soo

Esta película cautiva profundamente, dejando una huella que perdura mucho después de abandonar la sala de cine. Se presenta como un enigma que se desentraña gradualmente a medida que avanza la trama, sumergiéndonos en la vida de Byung-soo, un director con una ilustre trayectoria que, al borde del fracaso, toma la drástica decisión de alejarse del cine por un tiempo.

Gran parte de la historia transcurre en el edificio de la enigmática Ms. Kim, una diseñadora de interiores de carácter peculiar, sumamente interesada en la vida, los objetivos y logros de los demás, quizás como una forma de llenar el vacío de su propia existencia solitaria y serena. Desde el inicio, la película insinúa un posible vínculo romántico entre ella y Byung-soo, pero él no encuentra en ella una reciprocidad clara. Su hija, con aguda percepción, advierte esta diferencia desde el principio, señalando que su padre no es como él mismo se ve, sino más bien un mujeriego. Aunque Byung-soo ignora estas observaciones al inicio, con el tiempo empieza a reconocer su veracidad.

La fusión de drama y matices románticos convierte a Walk Up en un poema visual. La constante elección de planos generales es un recurso narrativo que me fascinó, ya que permite centrar la atención en los actores, sus diálogos y gestos. Personalmente, percibí la película como una obra teatral, en la que cada escena transmite emociones con una perfección minimalista, pero cargada de profundidad.

Por último, el uso del blanco y negro refuerza esta estética, alejando la distracción de la ambientación y el vestuario para enfocarse completamente en los personajes. Este recurso cumple su propósito a la perfección, subrayando el mérito de Walk Up como una obra notable y enigmática, llena de elementos que invitan a un análisis pausado y detallado de cada escena.